director Francis Ford, hasta que comienza a dirigir películas por su cuenta, con el nombre de Jack Ford. ( En los Estudios de rodaje se le conoció siempre como tio Jack).
Estamos en la época muda del cine y Ford realiza unas 60 películas silentes. Se consideran obras maestras del cine, en esta época muda, El Caballo de Hierro de 1924 y Tres Hombres Malos de 1926, dos western épicos, uno sobre la construcción del ferrocarril en EE UU y el otro sobre la
disputa de las tierras libres de Dakota.
De esta época muda de Ford se conservan pocas películas en la actualidad aunque a él le sirvieron para aprender el oficio y para sentar las bases de lo que luego sería su extraordinaria filmografía. Ford se convierte en un experto director de películas sobre el Oeste en una época en que no estaban muy valoradas y sobre un género, el del western, que parecía no tener mucho recorrido en el cine. Ford ya se encargará de lo contrario.
John Ford trabaja casi 60 años para el cine y realiza, en total, más de 140 películas (increible esa cantidad de películas en un director de hoy). Cuando le preguntaban sobre si trabajaba para hacer arte con el cine él respondía que sólo trabajaba para pagar las facturas. Nunca se sintió un genio ni un intelectual pero muchos directores de su época y posteriores le consideraban un intelectual y un poeta , dos palabras que él más bien odiaba.
Cuando llega el cine sonoro Ford se adapta a él con total naturalidad, lo mismo pasará con el cine en color o con la llegada de la pantalla panorámica. Su cine sigue siendo el mismo que en sus grandes películas mudas. Alguien dijo que sólo las películas de Ford o de Hitchcock superarían la criba de quitarles el sonido y el color y volver a exponerlas ante el público.
John Ford se supo rodear de grandes especialistas en todas las facetas del cine, de grandes actores, muchos de ellos crecieron como estrellas a su lado, ejemplo paradigmático John Wayne y, sobre todo, de grandes actores secundarios que le dan vida real a sus películas como War Bond, Walter Brennan o Barry Fitzgerald (el genial cochero de El Hombre Tranquilo).
"Me llamo Ford, John Ford y hago películas del Oeste" era su sencilla forma de
presentarse aunque la realidad es que Ford hizo películas de más géneros como María Estuardo de 1936, Qué Verde era mi Valle de 1941 o Mogambo de 1953.
La películas que yo quiero destacar, en este Blog, como únicas, geniales obras maestras y que forman parte de lo mejor de la historia del cine son El Delator de 1935 con uno de los actores típicos de Ford y que más impresionan al espectador: Victor Mclaglen. Una película
llena de niebla, de dramatismo y de sentido de la culpa. Una película extraordinaria que nada tiene que ver con el conservadurismo que a Ford tanto se le criticó.
La Diligencia de 1939, en la que aparece por primera vez John Wayne; es una película pensada para la serie B de Hollywood pero que Ford se empeña en hacerla grande y, desde luego que lo consigue. La Diligencia se convierte en el icono del cine del Oeste. Con esta película Ford agranda el género del western hasta unos límites insospechados por el tratamiento de la historia, de los
personajes y de los movimientos de cámara que introduce. A partir de aquí el western dará mucho juego para contar historias y otros directores se convertirán en grandes dirigiendo películas del Oeste como es el caso, entre otros, de Anthony Man.
No hace muchos años pude ver La Ruta del Tabaco de 1941 y aunque creía conocer bien la obra de Ford esta película me impactó. La Ruta del Tabaco representa uno de los escasos escarceos de Ford con la comedia pura y dura. La historia se centra en una familia de granjeros de Georgia venida a
menos, aunque en clave de comedia. Magnífico el personaje protagonista, Jeeter Lester, magistralmente interpretado por Charley Grapewin. Gran parte del mérito del film se lo debemos a él. También tenemos a un divertido Ward Bond interpretando a un bruto paleto, y a una jovencita Gene Tierney desprovista de su habitual glamour pero desprendiendo un tremendo sex appeal por todos los costados de su cuerpo.
La Trilogía de la Caballería, como se ha venido a llamar, al conjunto de Fort Apache de 1948, La Legión Invencible de 1949 y Río Grande de 1950, son, o deberían ser,
películas de referencia para cualquier aficionado al western y prácticamente de cualquiera que ame el Séptimo Arte.
No puedo dejar de citar tres películas del Oeste que para mí son un paradigma de todo el cine de Ford, una es Pasión de los Fuertes de 1946. Un versión atípica del duelo de O K Corral entre los hermanos Earp y los Clanton. Película
inimitable, interpretada por Henry Fonda, llena de silencios y de miradas que nos impregnan de una historia que ya estaba trillada, por otra parte. Esta es la labor de los genios como Ford: hacernos ver algo ya conocido como único.
La segunda es Centauros del Desierto de 1956. En 1868, tres años después de la guerra de Secesión, Ethan Edwards, un hombre solitario, vuelve derrotado a su hogar. La persecución de los comanches que han raptado a una de sus sobrinas se
convertirá en un modo de vida para él y para Martin, un muchacho mestizo adoptado por su familia. Para muchos críticos de cine esta es la mejor película del Oeste de todos los tiempos. Ford ya era un director afamado y, estando en el dominio absoluto de la dirección cinematográfica cuenta una historia "muy compleja, muy cabrona, muy hermosa y muy triste", en palabras de Carlos Boyero para El País. Para los anales queda la interpretación de John Wayne que, por enésima vez, da lo mejor de sí mismo en un film de John Ford.
Y la tercera es El Hombre que Mató a Liberty Valance de 1962."Obra memorable, que revoluciona el género mediante la transgresión de sus propios códigos. Una reflexión de lirismo inaudito, de desatado romanticismo, acerca del significado del honor, de la distancia entre realidad y
leyenda, todo ello retratando a unos personajes crepusculares y atormentados, repletos de matices. Una maravilla" Crítica de Miguel Angel Palomo para El País.
Interpretación genial de uno de los mejores "malos" del cine, Lee Marvin. Lo acompañan en el reparto estelar John Wayne, James Stewart y Vera Miles. Casi ná.
Y para el final dejo El Hombre Tranquilo de 1952. ¿Cómo definirla? ¿Qué puedo contarte de ella? Yo tengo diez películas favoritas en mi vida, a veces las voy variando, pero ésta siempre está entre las 3 primeras. Para mí es un sueño hecho realidad y, más conforme voy cumpliendo años (¿quizás el sueño de Ford por volver a sus orígenes?).
John Ford, como le pasa a muchos creadores, hace su mejor obra de la forma más sencilla posible, y El Hombre Tranquilo es una de las películas más sencillas y encantadoras que existen. La historia de un boxeador (John Wayne) que huye de la gran manzana a su pequeño pueblo natal en Irlanda y allí encuentra todo lo que necesita. El amor, la amistad, las ganas de vivir, el viejo hogar familiar que reconstruye, ese pueblo lleno de personajes encantadores (un ramillete insuperable de actores secundarios), una película llena de hombres buenos, incluso el duro hermano de la novia lo es (VIctor Mclaglen), la vida sencilla en el campo de Irlanda y la pasión por vivir al lado de esa pastora maravillosa (Maureen O`Hara). Ya digo: un sueño hecho realidad.
Acabo con uno de mis mejores recuerdos de infancia: Los chavales de La Roda (AB) allá por mediados de los años 60 íbamos al cine Cervantes (destartalado y encantador teatro de maderas carcomidas y viejos palcos que pronto derribaron en vez de recuperar) todas las tardes de domingo a ver un programa doble que se repetía a lo largo de la tarde. Allí viví las primeras películas del Oeste, de romanos, de risa y allí me enamoré del cine para siempre. (Nunca olvidaré los pataleos de ánimo, de todo el cine, cuando los buenos venían a salvar el fuerte rodeado de indios). Entonces yo no conocía a John Ford pero es seguro que algunas de sus películas del Oeste se me inocularon, allí, para siempre.
Más tarde las películas de Ford, a menudo, aparecían en Sesión de Tarde, los sabádos por TV, películas de aventuras que nos hacían pasar un buen rato acurrucados alrededor de la mesa camilla. Películas del Hollywood clásico muy bien realizadas que nos enseñaron a los de estas generaciones cómo se hacía una buena película. Por supuesto muchas de ellas eran de John Ford que para entonces ya nos iba sonando.
De mayor complementé la biografía de Ford y fue entonces cuando descubrí que su cine me había acompañado desde siempre y que es imposible desligarse de su obra, de sus películas. Pero John Ford no sólo ha formado parte de nosotros sino que ha sido uno de los directores más influyentes en realizadores tan diferentes como Orson Welles o Ingmar Bergman.
Y creo que muchas generaciones de aficionados al cine de aventuras y al cine con mayúsculas le debemos eterna gratitud a este creador de sueños que enorgullece la historia del Séptimo Arte. ¡¡Gracias tío Jack!!
John Ford es uno de esos directores cuyo cine jamás me canso de ver una y otra y otra vez. Es como Hitchcock, inagotable.
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