tomavistas con la que ruedan los destrozos de un huracán en su ciudad. Consiguen vender esta filmación y Vidor es contratado para hacer pequeños trabajos de producción en el incipiente cine mudo. Antes de eso trabaja como portero y más tarde como proyectista en el único cine de su ciudad. Cuenta en sus memorias que, más tarde se traslada a Hollywood y que, cada día, irá a pedir trabajo como actor, si no lo había se presentaba como figurante para la película Intolerancia. De esta manera podía ver de cerca como realizaba su trabajo uno de los genios del cine (Griffith).
Al poco tiempo Vidor consigue trabajar como realizador para llevar a la pantalla un guión que él mismo había escrito. Este primer trabajo tiene cierto éxito y después de algunos trabajos menores le encargan realizar El Gran Desfile de 1925. Una película muda en la que retrata la fatalidad con la que el ciudadano medio acepta ir a la guerra.
El éxito fue tan grande que los 250.000 dólares de inversión se convirtieron en unos 15 millones de dólares de beneficios. A partir de ahora los historiadores de la época
tendrán muy en cuenta este trabajo y se pondrá de moda la realización de películas sobre guerras, aunque Vidor cuenta que en su película primaba la relación de la pareja protagonista y el tema de la guerra quedaba en un segundo plano.
La siguiente película muda que Vidor realiza es Y el Mundo Marcha de 1928. Película diferente a los melodramas de la época y a las películas de aventuras. " Me imaginé, cuenta Vidor, a un hombre como otro
cualquiera, un hombre de la calle que pasa por la vida y observa que a su alrededor las cosas tienen mucho de drama. Nace, va al colegio, se hace mayor, se pone a trabajar, conoce a una chica, se enamora, se casa, tiene un hijo, necesita más dinero, tiene otro hijo...Tal vez tiene mala suerte, le ronda la tragedia,; quizás, por el contrario, le sonríe la fortuna y es feliz...Finalmente muere".
Con el cine sonoro Vidor realiza un dramático musical sobre la vida de los negros titulado Aleluya de 1929. Esta película se considera muy original por los movimientos de cámara y, además, supera con creces al Cantor de Jazz aceptado como el primer film sonoro-musical de la historia.
Con la llegada de la Gran Depresión King Vidor realiza una pèlícula titulada El Pan Nuestro de cada Día de 1934, en la que, con sumo tacto para no ser tachado de "socialista", defiende las ventajas de las cooperativas en tiempos de crisis. El film es un bello canto, coral y épico, al hombre y a la tierra. De un preciosismo realista con
frecuencia estremecedor es, además una película plagada de exquisitas imágenes que escalonan la acción como una sucesión de bellos cuadros que, en el fondo, recuerdan la forma de rodar de autores rusos como Eisenstein.
En el año 1937 Vidor realiza un melodrama que pasará a la historia del cine por la interpretación de su protagonista femenina, Barbara Stanwick. El film se titula Stella Dallas y trata sobre la diferencia de clases que es, a veces, insuperable y capaz de
romper cualquier relación. Sólo una actriz de esta categoría está capacitada para llevar a buen término un guión como éste. Al final de la película uno se pregunta dónde termina Stella y dónde comienza Barbara en esta sublime interpretación.
Ya en la década de los años 40 King Vidor realiza tres películas con las que pasará a la historia del cine por derecho propio (si es que no había pasado ya con su obra anterior). Una es Duelo al Sol de 1946. Un western que David O. Selznick, el productor más importante de la época, encarga a Vidor para que realice con su esposa, la gran actriz Jennifer Jones. Es éste un film pasional en el que la sensualidad de la mestiza
protagonista lo envuelve todo. Por la atracción tan enorme que los dos hermanos protagonistas sienten hacia ella llegará el drama. La eficaz y siempre magistral dirección de Vidor evita que se note mucho la influencia del esposo productor que trata de que la película se parezca, lo más posible, a Lo que el Viento se Llevó. Hoy dia este melodrama de amores enfrentados está considerado un film de culto que cualquier aficionado al cine no debe dejar de ver.
Otra película es El Manantial de 1949. Una película sobre el individualismo enfrentado a las modas o "al dejarse llevar". En ella, un apuesto Gary Cooper que borda el papel de arquitecto vanguardista, lucha contra las tendencias arquitectónicas del momento
mientras tiene un tórrido romance con la bella protagonista, Patricia Neal. Esta película es un atípico melodrama rodado por Vidor con la pasión y pulso narrativo que lo caracterizan. Nunca olvido la primera vez que ví esta película ni la profunda impresión que dejó en mí. Si este trabajo sobre Vidor te anima a ver alguna de sus películas, por favor elige ésta: no te arrepentirás de tu elección.
Y la tercera es Paso al Noroeste de 1940. Una película épica sobre los rangers americanos, rodada en espacios naturales. Es una vigorosa obra de aventuras en el paisaje del western, que posee el aliento de la gesta, no exenta de sus aspectos crudos y sombríos. Un notable guión que en su
momento sorprendió por esa descarnada inmediatez, y con una admirable fotografía de William Skall y Sidney Wagner. Otra de las grandes obras de King Vidor, pionero del cine que sabe retratar el espiritu pionero con un sentido tan realista como exultante, que ya es raro de ver hoy en día.
La Pradera sin Ley de 1955 es un western extraordinario con Kirk Douglas como protagonista que está hecho a la manera del director, es decir, eliminando del género del Oeste la leyenda idílica del viejo colono que se asienta en la tierra prometida; en su cine no aparecen las masacres de los indios,
aunque justamente defiendan su territorio. A King Vidor le importaba insistir en las luchas internas de los antiguos colonos, empeñados ya en definir su territorio, en impedir que otros hombres penetren en él. Surge la cerca como medio de persuasión, y, tras ella, los pistoleros a sueldo que olvidaron sus ambiciones para servir a un poderoso. En este contexto es en donde se desarrolla la película y en la contienda que tienen los pequeños propietarios de tierras que son agricultores frente a los grandes latifundios de los ganaderos.
King Vidor aún rodará a finales de la década de los años 50 Guerra y Paz, basada en la
gran obra de Tolstoy y la histórica Salomón y la reina de Saba y decidirá retirarse no sin hacer algunos cortos experimentales.
En Hollywood, teóricamente escaparate de la ideología del individualismo, los verdaderos individualistas, como King Vidor, nunca estuvieron bien vistos. Se les respetaba, pero los jefes y capataces de los estudios preferían, salvo contadas excepciones, a la gente gregaria y obediente, a los guionistas a la orden, a los directores amanuenses, a los actores sumisos. Con los otros había que tener cuidado. Y con King Vidor, fiero individualista y cineasta difícil de encasillar, lo tuvieron, y mucho.Por eso los homenajes le llegaron años más tarde.
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