La primera es El Gabinete del Dr. Caligary de 1919, dirigida por Robert Wiene, considerada la primera obra expresionista alemana. En ella destacan los decorados distorsionados, creando una atmósfera amenazante y un ambiente de terror generalizado.
El guión de la película denuncia la actuación del estado alemán durante la guerra. Caligary induce a su criado sonámbulo a realizar crímenes, del mismo modo que el estado alemán induce a un pueblo dormido a perpretar crímenes durante la guerra. De todas formas, después de una serie de presiones este enfoque se atenuó y la historia queda convertida en el relato de un loco.
La película se caracteriza por la estilización de los decorados (retorcidos y con ángulos imposibles), la forma exagerada de actuar y el coloreado posterior de las escenas, dejándolas en tonos azules, sepia o verdes. Hay también un curioso uso de máscaras para hacer fundidos en negro progresivos, destacando una parte de la acción.
Una joya imprescindible del séptimo arte. Junto a Nosferatu (1924) de F.W Murnau, constituyen las dos obras maestras del expresionismo alemán.
La segunda es Avaricia de Erich von Stroheim de 1924. Este director austriaco, de origen judío, emigra a EE UU en 1908 y comienza en el cine trabajando a las órdenes de Griffith. Después de realizar uno de sus primeros trabajos Esposas Frívolas de 1922 para la Metro, una historia con sexo en Montecarlo, el productor Irving Thalberg mutila la película y como Stroheim protesta es despedido de su productora.
De alguna forma ésto le viene bien porque lo contrata la Goldwin y en 1923 le encargan la realización de Avaricia basada en una novela de Frank Norris.
Stroheim estaba tan cautivado por la novela de Norris que prácticamente trabajaba sobre el propio libro, adaptándolo página por página,
en un ejercicio de fidelidad a la obra original sin precedentes hasta
la fecha. Llevaba su obsesión al extremo de desplazarse, para grabar, a los lugares
reales de la obra (San Francisco, el Valle de la Muerte…), ampliando varias veces el presupuesto inicial de la obra.
El rodaje se alargó por espacio de
dos años, en los que realizó una obra de nueve horas de duración y 42 rollos de metraje. Stroheim
estaba muy satisfecho de su trabajo, pero durante el rodaje de Avaricia, la Metro se unió a Goldwyn, formando la MGM (Metro Goldwyn Mayer), con la vuelta de Irving Thalberg. Este hecho lleva, de nuevo, a la mutilación de la película dejándola en más de 2 horas. Stroheim nunca quiso ver esta copia.
Pero centrémonos en la película:
Desde el punto de vista técnico y del lenguaje
cinematográfico la película es magnífica. El montaje, los cambios de planos, los
movimientos de cámara, el uso de picados y contrapicados, la
interpretación, la iluminación; muchas de sus secuencias están rodadas
en escenarios naturales o en interiores reales de casas de San
Francisco. Todo está magníficamente resuelto por un director que puso su
mayor ambición en realizar una obra maestra del cine.
La interpretación de los 3 protagonistas es única y creible sin olvidar en las condiciones que tuvieron, muchas veces, que trabajar. Tanto ellos como el equipo sufrieron temperaturas de hasta 50 grados en el Valle de la Muerte. La historia es cruel con un argumento desgarrador que nos acerca a los más oscuros deseos del ser humano.
La película comienza cuando Mc Teague, un dentista de
oficio, se enamora de Trina, una cándida joven a la que le tocan 5.000 $
en la lotería.
McTeague (título del libro original) es el verdadero protagonista de la historia; conocemos su carácter ya en la primera escena de la película con su actitud hacia el pajarillo: tiene un lado bueno, sensible al mismo tiempo que asoma una ira y una violencia incontenibles. Trina es la avaricia personificada en el dinero que siempre guarda y nunca gasta. A lo largo de la cinta su cara angelical se va demacrando y endureciendo; llega a "hacer el amor con su dinero" sobre la cama. Marcus cierra el trío de personajes y es el otro avaro de la película. Es un hombre despiadado y envidioso que se cree con derecho de disponer de un dinero que no es suyo.
En la cinta de Stroheim se nos muestran los más bajos instintos que podemos experimentar las personas, y como, llevados a extremos infinitos, degradan y llevan a la perdición total, a quienes hacen de ellos su razón de vivir.
En Avaricia se nos presenta lo peor del ser humano: la envidia, la violencia, las obsesiones… todo se mueve por el egoísmo propio siempre a costa de los demás. Las ideas principales se quedan grabadas en la mente del espectador: la avaricia de Trina y su desafortunado final, la transformación de McTeague y su exacerbada violencia, así como la envidia y ambición de Marcus; el simbolismo de algunos detalles, a lo largo del film, ya nos apuntan el apocalíptico final.
Avaricia es un film que se consolida con el paso de los años, tanto por su meticulosidad a la hora de llevar a la pantalla los párrafos de Norris utilizando paisajes reales, como por su innegable sentido poético. A pesar de las amputaciones que sufrió esta obra grandiosa de Stroheim queda, desde luego, como una de las cumbres del cine de todos los tiempos y disfrutarla (casi sufrirla) se hace ineludible para cualquier cinéfilo.
La tercera es El Fantasma de la Ópera de 1925, dirigida por Rupert Julian. Esta historia de terror está basada en una novela de Gastón Leroux. Llega al público en entregas semanales a partir de 1909.
Ha tenido multitud de versiones, tanto en teatro como en cine, la que tenemos aquí es la segunda versión de cine ( al parecer existe otra versión de 1916), protagonizada por Lon Chaney, un actor genial para este tipo de papeles que sabía interpretarlos como nadie, consiguiendo siempre atemorizar al público de su tiempo.
Esta versión muda es la más valorada, tanto de crítica como de público, ya que a la extraordinaria dirección de Julian se une la siempre desconcertante y acertada interpretación del genio del maquillaje, Lon Chaney.
El resultado final es un memorable título sobre la venganza, el talento, la belleza y la fealdad. Su atmósfera amalgama un enervado romanticismo y un penetrante suspense a través de un sombrío y relente escenario de atractiva ornamentación con ascendencia de los expresionistas germanos.
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