Existen multitud de libros y trabajos sobre él y sobre su obra. En esta ocasión, incluso Wikipedia, hace un trabajo bastante completo, aunque tiene algunas lagunas. Libros como el de Truffaut, en el que entrevista a Hitchcock, son muy interesantes. Además hay multitud de estudios sobre su obra. Si quieres conocerlo más a fondo sólo tienes que buscar, sobre él, en internet, en bibliotecas o en librerías.
Pero lo que a mí me apetece contarte es que Hitchcock se anima a dirigir cuando ve alguna de las mejores películas mudas como El Último de Murnau o las grandes obras de Griffith.
Hitchcock dirige más de 50 películas, las primeras son mudas, y puedo constatar, porque poseo la mayoría de sus obras, que ya en estas primeras películas se nota su inigualable estilo hitchconiano.
Hitchcock ha conseguido que pasase, ya desde mi juventud, los mejores ratos viendo una película, porque a él lo que le interesaba verdaderamente es que el espectador disfrutase desde la butaca, siempre pensaba en él mientras redactaba los guiones que estaban perfectamente elaborados. Pero es más, buscaba en el espectador una cierta incomodidad, una cierta implicación en la historia ya que "inventa" lo que podemos denominar el "falso culpable", es decir, un personaje que, dentro de la película, aparece como culpable pero el espectador sabe que no lo es.
Por otro lado Hitchcock añade a sus historias el MacGuffin que es una expresión acuñada por él mismo y que designa una excusa argumental que motiva a los personajes y al desarrollo de la historia, y que en realidad carece de relevancia por sí misma.
Hitchcock por estas cuestiones y, por algunas más, se convierte en el maestro del Suspense. Un estilo propio, inigualable, que más tarde, ha sido copiado e imitado hasta la saciedad, pero que nadie ha sido capaz de igualar y, mucho menos, de superar. El suspense, que no es miedo ni terror, nace con él y muere con él. Menos mal que nos quedan sus películas.
Hablando de ellas, desde luego a mí me encantan todas y cada una de sus películas pero sólo voy a destacar 4 ó 5 de su extraordinaria filmografía que por alguna razón, quizás el momento de verlas ó como uno se encuentre ese día, son para mí las más especiales. Aunque, claro, ésto es muy discutible.
La primera es La Sombra de una Duda de 1943, impresionante película con Joseph Cotten y Teresa Wright, como tio y sobrina, que interpretan magistralmente una historia impactante, incluso, en los tiempos actuales. No es posible dejar de ver esta película si has visto algún cine en tu vida. Hay que dejar de hacer lo que estés haciendo, cierra este pesado Blog y
acomódate en tu butaca favorita, si hay más gente en casa, aíslate y disfruta de una de las mejores películas del Hollywood clásico. No digo más. Y si ya la has visto, haz lo que yo, de vez en cuando póntela y cada vez te gustará más; es increíble pero así es.
Después de mi encendida defensa sobre esa película difícil será hablar sobre El Proceso Paradine de 1947: Esta película, que no es de la más famosas de su filmografía, para mí tiene un atractivo especial, incluso morbo,
diría yo, (morbo y erotismo que siempre está muy presente en Hitchcock, por otro lado). Ann Todd, la protagonista, está insuperable y la historia de juicios, en la que no entro en detalles es, verdaderamente auténtica.
En 1958 el maestro dirige Vértigo. De Entre los Muertos, una película inabarcable para mí, difícil de entender, raro en Hitchcock que hacía un cine comercial, que llegaba a todo el mundo, aunque de gran calidad. La historia en la que interviene "el más allá" me deja boquiabierto y si a ésto unimos la
carnalidad de Kim Novak, una de las maravillosas "rubias" de Hitchcock, y la extraordinaria interpretación de James Stewart hacen de Vértigo una de las cumbres de su carrera. Ésta también la vuelvo a ver, de vez en cuando, y me vuelve a pasar lo mismo que la primera vez. ¡Qué bonito es que las cosas que uno repite en su vida sean como la primera vez! Apuesto porque eso me pase en todos los aspectos importantes de mi ya dilatada existencia.
Tippi Hedren, genial actriz que da lo mejor de sí misma en las películas del maestro, interpreta en Marnie La Ladrona de 1964 a una de las cleptómanas más conmovedoras y de compleja personalidad de toda la historia del cine. Una historia, con tintes freudianos, que te agarra desde el primer momento.
Sean Connery también está genial en el papel de jefe enamorado que trata de ayudar a la frígida y desquiciada empleada. Una historia de amor en la que la relación entre ellos llega, dentro del espectador, más lejos de lo que podía llegar en el celuloide. Ya se encarga Hitchcock de ello.
Y la última obra maestra que quiero destacar es Frenesí de 1972. Alfred Hitchcock vuelve a Londres, después de haber triunfado en Hollywood y dirige una de las películas más estremecedoras de su carrera. Frenesí trata de la patética historia de un asesino de mujeres. El asesino de la corbata. De nuevo Hitchcock juega con el espectador ya que el protagonista es un falso culpable maravillosamente interpretado por John Finch.
La secuencia de los sacos de patatas es, para mí, un paradigma de todo el cine hitchconiano. Adoro esta película y hay noches que, después de ponerme una vieja corbata de los años 70, me dispongo a "disfrutarla" de nuevo.
Cierto es, y con esto termino, que no relato renombradas películas como Rebeca de 1940, La Ventana Indiscreta de 1954, Psicosis de 1960 o Los Pájaros de 1963, películas que adoro desde luego : pero seguro que mientras leías estos párrafos ya han pasado por tu cabeza y las has recordado. Sin duda, son también películas que habitan en el subconsciente de cualquiera de nosotros.
Sólo destacar que el maestro Hitchcock nunca recibió un oscar como mejor director; increíble verdad?, por eso a mí los oscar como que no; además, durante su carrera nunca estuvo demasiado valorado por los sesudos críticos de entonces, era más bien un director "comercial" que sólo buscaba "vender bien sus películas". Lo que yo creo que pasaba es que Hitchcock entendió como nadie, al igual que Charlot, que el cine es arte y calidad pero también es industria. El cine es creación y negocio.
Es al final de su carrera y en años posteriores a su muerte cuando la obra de Alfred Hitchcock empieza a ser valorada en su justo medio, cuando se le empieza a copiar y a imitar y, cuando los aficionados al cine comprobamos que Hitchcock es incopiable e inimitable.
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