Nanuk el Esquimal de 1922 está considerado el primer documental de la historia y para muchos expertos, el mejor. De todas formas Nanuk no es un documental en el amplio sentido de la palabra porque no hubo más remedio que hacer arreglos y correcciones sobre la marcha, ya que a Falherty se le quema parte del material grabado, además no le queda más remedio que rehacer el iglú donde vivía la familia y partirlo por la mitad para poder grabar. Pero, a pesar de estas dificultades la filmación de Falherty es única, plena de ritmo y sensibilidad y ha pasado a la historia del cine por derecho propio.
Nanuk el Esquimal no respeta la realidad, ya que esto es imposible. La principal aportación de Flaherty se ubica en el campo de la creatividad (el éxito de Flaherty radica en añadir elementos de ficción que atraigan el interés del público, asumiendo implícitamente su renuncia a la realidad inasible).
Para filmarlo, el director pasó prácticamente dos años y medio conviviendo con un cazador y pescador que encarna al personaje de Nanuk (su verdadero nombre era Allakariallak), y con su familia. Antes ya había vivido en la zona (haciendo prospecciones geológicas en los yacimientos mineros de la bahía de Hudson para la Fundación Mackenzie), e incluso había filmado, animado por el propio Mackenzie, más de 10 000 metros de película (que se destruyeron en un incendio). El accidente, no obstante, no le contrarió mucho, ya que no estaba del todo satisfecho con el trabajo realizado. Flaherty comienza de nuevo, rehace el documental y consigue una obra única y pionera, grabada in situ, cuando la palabra documental todavía no se utilizaba en el cine.
Flaherty no era antropólogo (o sea, no se le podía exigir una asepsia total en la filmación, era más bien un cineasta) y sus intenciones "eran mostrar el antiguo carácter majestuoso de estas personas mientras ello aún fuera posible, antes de que el hombre blanco destruyera no sólo su cultura, sino también el pueblo mismo."